por Lautaro Aguilar

Escritura espontanea, vómito verbal, teatro, filosofía y vida.

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viernes, 28 de septiembre de 2012

Hoy, mejor, descanso.

Otra vez la nostalgia sirena adorna las aguas de su canto y tiñe el frío temperamento de azul profundo y siniestro. Las olas comienzan a quejarse adoloridas, la arena se obscurece de su enojo y el aliento ruge desde el fondo. Un cuerpo ahogado, muerto se desliza sobre la superficie marítima, putrefacto, hinchado y tieso. Sus ojos quedaron abiertos, como si la vida que alguna vez lo hizo suyo y le dio satisfacciones y penurias hubiese salido por ahí, entera.
En un arrebato, el cielo se vuelve rosaceo y se refleja obseno sobre las sufridas aguas, y castiga el pensamiento necio y cualquier tipo de victimización. Más yo, que soy quien lo creo, quien lo observo, decido llorarlo...
Cada uno es dueño de su mar, y hace de él sangre o vapor o locura, será después el cielo quien decida la gloria de nuestras elecciones... Mejor dejarse llevar por la corriente, y no pensar más.
¿Qué culpa habría uno de tener? ¿Que miedo habría uno de sentir? Suelto todo ahora, suelto ya. Me voy a reposar en el sueño, a ver que me cuenta hoy.

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