Confusa Marea, libérate de mí pues no eres tú quien daña sino quien corre
peligro rodeándome. Es que la luna se ha llenado anoche, y su luz ha trabajado
mi alma cual orfebre y ha tallado el caos en su cuenca. Corre, huye
despavorida, que siento que me deshago en ti querida Confusa, que tus olas
también sienten la fuerza de matarme, y también que yo te mato mi querida
Marea, si es que donde rebotan las cosas se deposita también la culpa. Es que
reconozco que, cual bicho infame e indecoroso, en mi caída he roto las raíces
más ancianas de la tradición y me he llevado conmigo al barro herramientas
esenciales para la vida, en un derroche de dolor, pasión y lujuria. Oh! Confusa
Marea. Oh mi reina eclesiástica, bailarina clásica encallada en la forma,
triste sirena muerta en la orilla, os ruego perdonéis mi brutal cobardía, no
tengo las agallas de rescatarte. Te veo perecer con la mirada sesgada, e ignoro
entre las sombras aquella lágrima póstuma, siniestro regalo de tu angustia, que
por tus sienes resbala.
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