por Lautaro Aguilar

Escritura espontanea, vómito verbal, teatro, filosofía y vida.

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miércoles, 20 de octubre de 2010

La City duerme la siesta

Repleto de energía moribunda, con pilas ya gastadas y una cuerda floja y desafinada. Un grito al cielo, un canto taciturno, un silencio desquiciante, y un calor molesto que eleva los hedores más intrinsecos de nuestra naturaleza humana a nuestros casi apagados orificios. Una danza ridícula, un desfile grotesco, miles de sonrisas forzadas y ganas de todo pero de nada.
Un haz de luz que se cuela por la ventana, un cuerpo enorme y rígido que lleva un rostro a la delantera. Un rostro que busca, más que nada, meterle miedo a los caminantes para que no se les ocurra salirse del carril. Una voz prepotente, unas cuantas preguntas y de vez en cuando, un tanto de muerte, para empezar de nuevo. He ahí el riesgo del juego... Por que si no fuese arriesgado, no sería nada divertido.

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