Cuantas palabras agotadas, vacías y poco importantes. Cuanto sentido en el mar del lenguaje. Cuanta estructura, cuanto pensamiento. Cuanta idea de libertad, cuantas ganas de quebrarlo todo en una revolución sangrienta de letras rotas.
Pequeñas gotas de verde sangre se derramaron furiosas sobre el planeta Tierra. La inundación del alma, obesa y enviciada de palabras e imágenes amarillas. Caras perdidas, odiosas, por completo incomprensivas... Y la culpa de uno, que anda a la defensiva por la vida, temiendo que el otro le robe, le mutile la pena, le denuncie la carencia, la asuste y le haga pensar las cosas una vez más. Como arde la lucha del ser por salir, por tomar lo que le pertenece. Como duele la lucha del ego por conservar su poder, herramienta que hay que controlar para que esto no sea parasitismo ni se confunda con una simbiosis.
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