por Lautaro Aguilar

Escritura espontanea, vómito verbal, teatro, filosofía y vida.

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viernes, 13 de enero de 2012

Utensillo

Brillos perfumados por helados, lenguas y tortas y dulces de los más ordinarios y baratos
alguna vez tu boca metálica tocó el caviar
el caviar rojo
y luciste radiante, flexible, elegante
sentiste la opulencia en cada tatuaje
que aquel hombre primero talló en tu cuerpo esbelto y refinado
¡Que maravillosa creación!
¡Que regalo del universo!
¡Que chiche, que loca esta vida!
Silueta sinuosa, aquí te tomamos cual lapiz
u amante silencioso que ahoga la pena de un bocado y otro
En tu reflejo he jugado de niño y jugaré siempre
tu columna curva de bailarina desnuda
eterna, joven para siempre
Y te veo tan cercana, casi rozándome la mano
húmeda, después de un momento apasionado
pero jamás seremos lo mismo
entrarás y saldrás de mi,
colaborarás conmigo cuanto puedas
en la medida de tu fuerza, tamaño y disposición
y algún día estarás vieja
y yo no estaré ya cerca
tal vez ni siquiera sea esto que me lleva ahora
y recordarás mis veinte años
oxidada y sola
en tu cajón o en cualquier lado
con la añoranza de quien invoca.

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