Prendidas de un manto negro
las estrellas convulsionan enardecidas
Son pocas las que se desabrochan
y caen dejando una estela de fuego blancuzco
apagándose en el vacío, en el conjunto
Tuve la suerte
de una noche violácea
haber levantado la vista al infinito
y haber recibido un regalo,
como una señal o un designio
o tal vez una coincidencia
que es una causa, y un efecto
y un secreto más de este universo
en el cual vivo...
Vi una estrella caer.
Resbalarse desde el firmamento, desnuda y perfecta
deslizarse ágil y traviesa
y recostarse con refinada violencia
sobre las yemas de este planeta
en el mayor de los silencios
casi anónima,
si no fuese por mis ojos
que la descubrieron en su remanso,
en su momento más álgido
más seguro
más claro,
donde
se acaban las preguntas
y se desnuda el presente
reluciente y lumínico
donde
se pronuncia la eternidad.
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