que en las palabras claras, en las pocas, están los secretos más milenarios
si no es que en su ausencia, en el silencio donde todo los vocablos reposan.
Si tuviese que dibujarte en un párrafo
que describir tu presencia que me es exultante
que me pone nervioso al punto de no querer que sepas nunca que ahora te escribo
me quedaría vacío
o saturado
¿Cómo llamarlo?
Solo tengo una certeza, si no llamarlo incógnita. Me estremezco en tu luz, muerdo mis labios en tu recuerdo y te evoco cuando las cosas se ponen difíciles. Después de todo, desde que entraste en mis ojos, sos todo lo que tengo. Pero esto sigue, pues como te digo mi mente no se ocupa de otra cosa. Tal vez me encantaría clavar el punto en este tramo, y dejar que las paradojas y las dicotomías se diviertan en las cabezas asustadas de alguno de mis intrépidos lectores. Sigue en la medida de que esta historia continua, y es mi deseo, y espero sea el tuyo dejar, en ésta oportunidad, un final abierto para seguir sintiendo...
Que regalo hermoso tuyo es una sonrisa antes de soñar dedicada a mis ojos tercos; más bien, caprichosos
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