Sadem

Ahora sos como un tajo en el alma, la negación eterna, los calores intrínsecos de la humanidad.
Sos un faro.
Siempre fuiste un faro.
Observá las líneas disparando en tu mirada, que paradoja. Los ases denunciando las partículas que desprendieron nuestros propios deshechos, que respiramos todo el tiempo, que nos hacen vapor oscuro el cuerpo en los adentros.
Cuando creés que estás cerca de la verdad, estás más bien cerca de perturbarme.
Me apuro, como si el tiempo se acabase.
Si pudieras ver como la música recorre tu rostro, tu boca, tu cuerpo. Una brisa de colores, te moja la piel.
Y ya no se si es un requiem para mi muerte lo que cantan tus poros, o que es.
Y lo peor de todo va a ser "lo real". Lo real. Lo que no se explica, lo que sucede, lo que no es una construcción, lo que no se discute. Lo real. ¿Cómo vamos a sostener lo real? ¿Hace cuánto que no podemos siquiera sostenernos la mirada? El problema es que la percepción es, no hace falta ni decirlo, otra cosa subjetiva. Aunque sigo pensando que somos un entretejido de convenciones, aunque mi profesora me diga que no es tan así lo que decía Foucault (en referencia a los lingüistas hablando de su objeto de estudio), pero si no lo dijeron ellos, lo pienso yo. Pero son miles las combinaciones, tranquila, no creo que seamos tan poco genuinos, y contantes las reinvenciones.
Te pido disculpas. Impriman esto a mi factura. Es posible que esta parte no te corresponda, estoy empezando a preguntarme.
Cabe la posibilidad de que mi mente esté invadida de fantasías y de historias para obras de teatro y no para estaciones y horarios.
Me gustaría preguntarme si siquiera sos de verdad, sos algo ajeno. Tal vez ya no estamos en la misma bañera, o nunca estuvimos ni siquiera cerca, y el espacio en donde limpiarse la mugre sea otro él de cada uno, que no es este. No serías nadie. Por ahí, quien dice, no serías nada más que música y palabras.