Árboles disecados. Detrás, un cielo anaranjado.
La luna blanca, como un cisne iluminado por el reflejo de un lago, rodeada de casi transparentes nubes con bordes nacarados.
Una sonrisa en la brisa que se choca en mis ojos y los humedece. Frío húmedo en mis pómulos. Cascaritas en la garganta que se van a quedar ahí para siempre para que mi voz raspe experiencia y humanidad.
Y por allá, entre la gente de humo y las aglomeraciones de vida, vienen tiempos mejores.
hermoso lo que escribiste (:
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