Momentos de sabor aterciopelado, melancólica armonía nueva para unos oídos vírgenes de ese sonar incomprendido y desplazado por lo establecido. Frutos derramados sobre un cuero cabelludo cubierto de hilos sedientos, ahora hidratados de blancos rojos imposibles de apuntar.
Derrame de ideas, salpicaduras ideológicas en las paredes, torrente de pensamiento a alta presión mojando lienzos y muros eternos. Recuerdos de una vida que ya no, de una persona que ahi está fijada en una impresión de realidad en alta definición.
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