No me esperaba acá. Acá de vuelta, ahora. Acá, que es otro lugar, que es un "acá" distinto, un "más acá", un "allá" del pasado. Gotea otra vez la canilla, y no hay nada que, a veces, resulte más molesto que un grifo chocando con mis manos, luchando en una pulseada ridícula que, como soy testarudo, voy a ganar de manera inminente. Tengo ganas de estar asi hoy, igual. Seriamente confundido, enajenado y, seguro que si, alienado. Quiero parecerme un poco a todo lo que detesto. Por desgano, por que estoy de vacaciones. Aunque estoy seguro que son los fantasmas del pasado los culpables de este estado nauseabundo. Por que son los llamadores de la reflexión, los fanáticos del miedo y del "es dificil para vos, querido", para instar mi ser al fracaso y después acusarme. Acusarme de que fue algo deliberado. Pensando que va a quedar tan poco de mi, que yo voy a cargar con ese peso, que no me corresponde, también.
Algo me anda sosteniendo incómodo, y me parece que es la base que yo mismo forjé. Ahora que no hay bullicio, los odio por extrañarlos, los desprecio por su vuelta próxima y su evidentísimo aluvión de vida que yo también vivo, que no tengo ganas de escuchar, ni mucho menos de aprender. Estoy un poco harto de la conciencia, del abandono y del retorno con la cola entre las patas.
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