Una montaña se derrite sobre mi cuerpo
mis huesos hablan un idioma desconocido
y mis músculos sollozan miedo
Un cortejo fúnebre hay en todas esas miradas negras
pero nadie llora los muertos por que no hay muertos que llorar
es más bien una sed añeja de vengar a la vida que perdieron en la costumbre
Todos llevan una herida abierta que muestra dentro de los cuerpos
una criatura anónima que roba felicidad
No puedo contener este delirio
me arrastran con los brazos atados a las piernas
a un abismo del que podría salir volando...
pero que ganas de aullar la vergüenza ajena
que me carcome el alma,
que me desnuda, me despoja de cualquier insignia
y me deja apartado de todo chauvinismo inutil que en esa tierra profesan
que me desnutre todos los días
pero me vuelve un guerrero asiduo
un sobreviviente de la guerra
entre el corazón y la cabeza y las opiniones ajenas
"¡Es que no es acuso, es indignación!"
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