por Lautaro Aguilar

Escritura espontanea, vómito verbal, teatro, filosofía y vida.

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miércoles, 12 de octubre de 2011

Más allá

Contemplo un horizonte inventado. Alrededor todo se ve nublado.
Le otorgo colores que no molesten demasiado, distintos tonos de azul marino y celeste, y algunas pintas blancas para no sentir que hay algo ausente, que las nubes no están, que el cielo no puede sostener nada más que su propia infinitud.
Prefiero quedarme con mi ilusión de horizonte, y no mirar las extensiónes enraizadas de vida que afloran de la tierra negra, ni detenerme en los animales silvestres ni mucho menos en las luciérnagas refulgentes que brillan en una danza preciosa festejando enloquecidas que van fornicar. Todo eso no me importa, si el horizonte lo tiene todo... lo tiene... todo... Me picó un mosquito. Otra vez acá.
Despertarse no siempre es placentero, cinco minutos más y los ojos hinchados y el cabello revuelto y los sueños otra vez guardados en algún recóndito lugar de nuestro sistema nervioso. Y el horizonte no es un despertador, es un reloj que no repara en el tiempo, que te arrastra hasta los confines de lo desconocido, a lo ajeno que te corresponde, a lo que no existe para vos, lo que está fuera de campo,
lo que podés
o no
querer
descubrir.

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