Estoy enhardecido
Enfermo de los otros
solamente hoy
que me invaden los espacios
y
que se mezclan en mi organización.
Pero me siento como un caballo
me quiere ir por atrás
pero percibo a la mosca
vacía, inmensamente ilusa
se siente libre
por no poder razonar
por no querer.
Holgazaneando en mi perímetro.
Consumiendo mi pasto.
Cultivando en mi tierra
una cosecha que fagocita lo orgánico.
Creyendome perdido en otras cosas,
tonto, miserable e inferior.
Creyendo que no te estoy mirando
creyéndote hasta mejor
creyendo que yo nunca me di cuenta
de la tristeza mediocre de tu interior.
Del peligro que significás para los otros,
tan vulnerable a la envidia.
¡Patada!
Empujón
y al barro.
Ridiculizada,
sucia
y con las alas rotas
dejando para el recuerdo
el zumbido eterno
que buscaba seducir
a los tivios, distraídos,
para enaltecerte, pero siempre siendo consciente de
tu pequeño existir.
Un zumbido ininterrumpido y delicioso
que resultó molesto.
Empujón y al barro.
Llanto. Pena.
Vergüenza.
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