por Lautaro Aguilar

Escritura espontanea, vómito verbal, teatro, filosofía y vida.

Leé +

domingo, 18 de julio de 2010

Morfi

Invade cada espacio. Ingresa desde el exterior, arrimado con la ayuda de nuestras herramientas, necesarias y, casi siempre innatas, para asir. A veces acompañado de otras artificiales, desanimalizando cada vez más el proceso. Ingresa en nuestra cueva de paredes y dispositivos que humedecen su composición, la trituran y procesan hasta generar una masa casi homogénea que, mediante movimientos de contracción, se cuela por nuestros orificios entregándonos sus atributos sin poder de resistencia. A veces busca huir intentando filtrarse por otros canales, pero los vientos o el entorno metido, terminan marcando arbitrariamente el camino a recorrer. Pierde su forma y su estructura, hasta se modifica químicamente, se ultraja, se trocea, se fracciona, se amasa, se roban toda su mejor parte, y luego se desecha con crueldad, así desposeída, cambiada y arruinada, hasta tóxica. Generalmente no se comparte, se compite para no hacerlo y ser, de esa manera, su único o máximo dueño. Esto pasa también entre los hombres y la Tierra.

1 comentario: