Dieu

El plano tiembla como acalorado, aquel día pernicioso. A la distancia se lo ve venir, obsceno, indecente. Sus ojos profundos repletos de desdén a lo diferente, pero tan hermoso, pero tan adán en lo profundo. Está un poco ladeado, como encorvado, y unas gotas de futura estirpe genocida, enjutas y algo graciosas, brotan de sus muñecas y sus piés. Y su expresión resulta calma, pero los que lo advertimos deambular por el desierto, de incógnito, sabemos que fue sagrada farsa. Sus guedejas desgreñadas, su expresión siempre apasible, como exiliandose de los demás y estimandose sobresaliente. Pero, ¿Qué te hace diferente si tu sangre es igual a la mía? La estoy viendo en un arsenal de figuritas.